Le vi con el hocico bajo y los ojos tristes.
Aquél día había llovido sin compasión,como los que le dejaron atado al quitamiedos de la autovía.
Estaba mojado y tembloroso y no supe o no quise dejarle allí,
tan desamparado como yo, en medio de aquella noche sin luna.
Le solté,al tiempo que desataba algunos de mis nudos
y le subí a mi coche sin apenas pensarlo.
Han pasado diez años desde entonces
y a veces me pregunto cómo podrán vivir
aquellos que le dejaron a su suerte.
No sé si serían capaces de enfrentarse a sus ojos, llenos de amor y de bondad,
ausentes de rencor;
Cómo habrán continuado como si nada.
Desde aquél día el universo se expande
y salimos a cazar nubes y reímos juntos,
y apenas si quedan cicatrices
de nuestras mutuas heridas...
Apenas quedan restos de un pasado ya lejano...
Nos hemos curado mutuamente,
porque yo lo salvé,
pero aquella noche ya lejana,
yo tan solo iba buscando un precipicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario