martes, 25 de marzo de 2014

SIN ORILLAS










 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La cabeza en mi hombro.
 
Reposa lánguida la sonrisa
recién amanecida,
los ojos preñados de arco iris
y la mirada invicta
de quién aún no se ha muerto,
ni ha vivido.

Caminando ante mí,
 apenas a unos pasos
vislumbro a la mujer
que seré en unos años,
la que apenas recuerda a la niña que fui
aquella que llevaba
su estrella de estandarte.

El carruaje del tiempo se detuvo,
se descorrió en silencio la cortina del viento,
nos miramos las tres, por un instante apenas
y nos reconocimos
como parte del todo
que ahora existe.

La que fui, la que soy,
la que seré.

Nos perdonamos los errores
pasados y futuros
y abrazamos la brisa que se abre
ligera y fresca ante nosotros.
buscamos una senda, sin más orillas
que las que nuestros pies
pisen errantes.