domingo, 25 de marzo de 2018
LA CASA
Los mortales silencios van cruzando la casa
arrastrando las dudas sobre el piso vacío
el espanto se cuela a través de las puertas
y en la noche cerrada crecen negros olvidos.
En la casa sin nombre quedan sólo fantasmas
que deslizan sus pasos como aves sin nido
y le crecen sonidos de desnudas palabras
que se cubren de luto sobre blanco rocío.
A la casa gastada le han salido mil grietas
y le llueven recuerdos al estrecho pasillo
los mortales silencios van cruzando la casa
mientras crece la noche y se muere de frío.
ALGUNA VEZ
Alguna vez bajaste desde tu templo al mundo
desde tu boca a mí, a lamer las heridas
a destapar los errores cotidianos,
a observar los demonios que esperan sigilosos
el momento oportuno de acercarse.
Alguna vez llegaste a descubrir el misterio
de las aves, el graznido del viento
o la risa, que tantas lágrimas esconde
o los llantos, preñados de emociones.
Alguna vez quisiste comprender y no supiste
regresaste a tu templo a contemplar el mundo
desde lejos,
volviéndole la espalda a los errores cotidianos,
al llanto y a la risa de los pobres mortales
para que ni un rasguño se advirtiera
entre los bordes de tu piel de dios altivo.
EL FINAL DEL CUENTO
He perdido el miedo y a veces el tiempo
perseguido dudas y apostado el alma
he abierto brechas y cerrado puertas
propicié tormentas y perdí la calma.
De todo aprendí; Del dolor amargo,
de cada traición y cada letargo
de cada promesa que no se cumplió,
de cada ilusión que se fue apagando.
De lo que perdí ya no me arrepiento
de lo que encontré saqué una enseñanza
lo que fue y no fue, al final del cuento
cada uno da lo que en su alma guarda.
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