lunes, 8 de junio de 2015

¿POR QUÉ?

















¿Por qué tuviste que morir
de mil muertes distintas?
¿Por qué aquella vehemencia
en morir tantas veces?
¿Por qué la búsqueda incesante
de nuevos precipicios?

Agachaste la cerviz
volviéndote dócil
le diste la espalda
a ráfagas de amor y de ternura.

No es a mi a quien traicionaste
sino a ti mismo
dejando que otros decidieran
siendo libre, sólo a medias
sólo a veces
sólo en los pequeños reductos
 que te eran permitidos.

No puedo perdonar que te hayas muerto
con la espalda doblada
abatido y vencido
ajustado a las pautas
que otros te marcaron.

No puedo perdonar que te hayas ido
muriendo en el deseo de quedarte.

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