Él la negó
y al hacerlo, de un tajo destrozó su corazón.
De ella brotaron
lágrimas infinitas que la ahogaron.
Él nunca supo
que ella murió aquel día de tristeza.
Ella no supo,
que a él lo mató su propia cobardía.
Él nunca supo
que ella murió aquel día de tristeza.
Ella no supo,
que a él lo mató su propia cobardía.
Él nunca supo
que ella enterró
hasta el más fugaz de los recuerdos.
Ella no supo nunca
que él se inventó una fuga
que hiciera más liviano, el aire irrespirable.
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