No sé si es la nostalgia
esta bruma que crece
en el breve reducto
de mis horas desiertas.
Aparece de pronto
con su sórdido rostro
afilando cuchillos
para herirme de muerte.
Y yo, que nunca huyo
enfrento su mirada
de sombras insolentes
viajando a la deriva.
Acudo a su llamada
y cruzo el laberinto
donde sé que me espera
con los brazos abiertos.
En ese oscuro espacio
reúno mis orillas
hay veces que el vencido
renace de su suerte.
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