Vuelve esta confusión de no tenernos
sabiéndonos del otro, dueños y esclavos
cuando arraiga el silencio y crepitan los fuegos
y algún golpe de sangre enloquecido
recorre este latido en que me faltas.
Y busco entre las manos
algún rastro de sombras enlazadas,
sintiéndote tan mío y tan lejano
esculpiendo en las horas infinitas
un manto de amargura y de tristeza.
He olvidado quien fuí hasta encontrarte
he olvidado quien soy tras tu partida
y vuelve este dolor inagotable
sabiéndote tan mío, sabiéndome tan tuya,
sintiéndote tan lejos...
A modo de contrapunto, querida amiga, porque tus poemas enternecen el alma y ya no sé que palabras inventarme para mostrar mi admiración:
ResponderEliminarLeyendo estoy tu carta una vez más
sin entender por qué este gozo
en el dolor de su lectura,
si cada frase, cada letra
son espinas clavándose en los ojos
que lloran obligada abdicación
que nos enluta.
Siempre supe que amores imposibles
no se extinguen,
mas, no supuse nunca
que fuera tan y tan largo el olvido,
que aún hoy, eres el antes y el después,
y presente,
en la memoria viva
cuando emerge el recuerdo
pincelando de añil
los ocres de hojas muertas
Espejismo en el mar de tu silencio
donde se ahogaron mis besos
y siguen navegando los ecos de tu voz
en cada letra.
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Un beso, poeta.
Carlos
Querido Carlos, siempre es un placer encontrarte, pero esta vez el placer es aún mayor, al encontrarme los versos que me regalas. Gracias amigo, por tus palabras y por tus letras.
ResponderEliminarLa admiración es mutua.
Un beso,
Inma