martes, 15 de abril de 2014

EN LA HORA IRREVERSIBLE

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 Apenas una certeza, dos si acaso
y mil contradicciones grabadas en los labios.
¡Que cada uno respire su destino
y se impregne del delirio de los sueños!

Cada cuál que asuma sus quebrantos
que beba sus lamentos y sus miedos
que desde la cornisa del espanto
ponga brida a las palabras
y vuelva sus ojos ciegos.

Que en la tosca cerradura ponga la mirada al mundo
que no le salpique el barro, que no arañen su cerebro
que su corazón intacto sepa vivir en barbecho.

Cuando al final de sus días le pregunten si ha vivido
que conteste que fue un hombre al que nunca le han herido,
que no fue pasto de amores, ni hubo noches de vigilia
ni un suspiro nació roto, desgarrando su garganta.

Que se recortó las alas y pisó firme en el suelo
que inventó mil estrategias, que siguió todas las normas
y que ya apenas recuerda aquel crimen cometido,
condenándose a sí mismo, a deshojar sus anhelos
y en la hora irreversible, se dé cuenta de su error.

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