miércoles, 9 de octubre de 2024

LA ABUELA

 


De la abuela recuerdo

sus ropajes siempre de luto riguroso,

de ir enlazando muertes y penurias 

su boca menguada de sonrisas

tal vez por el hambre acuciante,

tal vez por los hijos que nunca estrenaron,

y llevaron la ropa limpia y remendada,

como remendaron las penas

y buscaron consuelo al calor de la lumbre,


De la abuela me quedan

aquellos cocidos de amor y poco aceite,

los equilibrios para que alcanzaran

 los panes para todos 

aquella "sopa de peces y los peces en Guadiana"

cuando apenas había que llevarse a la boca,

que  no fueran desdichas y tristezas.


Pero ella supo dar lo que no tuvo

cantó las nanas que no le cantaron,

arrulló a sus nietos, nos cubrió de besos

contó  mil historias y ocultó su pena

como ocultaba dulces en el bolsillo del delantal

para dar a los pequeños de la casa.


De la abuela me quedan

historias de la guerra 

y el miedo prendido entre las carnes

cuando escuchaban llamadas a otras puertas

y ya nunca se supo del vecino

al que tragó la tierra

y nadie volvió a decir nunca su nombre

como si no existiera.


Ella decía su nombre, con esa coletilla de posguerra:

"Para servirle a Dios y a usted"

¿Quién le serviría a ella - me pregunto-

cuando apretaba la pena?

¿Quién le daría consuelo en este mundo

de hambre y de miseria?



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