
Invoqué a la lluvia, al fuego
invoqué a los que fuimos
y a los que no seremos
al árbol sustentando las ramas sucesivas
de olvidos y fracasos
al rojo atardecer, a la prístina aurora.
Acudieron las voces del pasado
promesas enmohecidas, besos rotos
alguna tempestad, viejas tormentas.
No es bueno invocar a los espectros.
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