lunes, 2 de diciembre de 2013

LAS HORAS LENTAS























Dejo llegar tu imagen irreflexivamente,
temerosa al principio, va abriéndose camino
y vuelves a ser luz apenas un instante
y vuelves a ser agua de mi sed implacable.


Dejo llegar tu imagen como la vez primera
sin surcos en los ojos, ni orillas que me amparen,
sin la pálida luna alumbrando mis manos,
ni un pétalo que alfombre el golpe inevitable.

Se oye el rumor nocturno de las aves viajeras,
tu errática presencia se diluye de nuevo,
mientras las lentas horas acarician mi espalda
y bebo el espejismo de mis noches malditas.

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