domingo, 22 de septiembre de 2013

AQUÉL CAFÉ


Mis ojos se posaban
en aquella humeante taza de café,
presintiendo tus labios
a punto de anunciar la despedida.

  Yo miraba la espuma,
la taza y la cuchara
el borde de la mesa
un leve desconchado en aquél plato.

La mañana avanzaba...
ajena a ti y a mí, seguía su paso.

  Cuando por fin hablaste
apenas escuché lo que decías.

Ya había vislumbrado en tu mirada
  el fatal desenlace
y ni siquiera entonces
una lágrima mitigó mi desconsuelo.

Mis ojos tan sólo se posaban
en aquella humeante taza de café.

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