
Pasa a mi lado, el tiempo inexorable,
aferrado a la ausencia de su piel,
un iceberg sin límites ocupa
la noche que hizo nido en el recuerdo.
Cae un nuevo silencio con sus garras,
que afila en el temblor que se perfila,
y galopa en la grupa de la angustia,
recorriendo la tierra desolada.
Crecen en la nostalgia nuevas alas,
para que no me duela, si le pienso,
para no desangrarme en la amargura,
tallada en el granizo de éste invierno.