jueves, 29 de septiembre de 2011

TENIA QUE BROTAR



Tenía que brotar
el nombre entre los labios,
para elevar al aire,
amaneceres nuevos.

Dejó caer su aroma
en el campo desnudo,
le aguardaba la tierra
que le fue destinada.

Ahí donde la niebla
se esconde entre los mares,
el viento de la noche,
arrulló cada instante.

Había signos de fuego
se encontraron los ojos,
y crecieron raíces
de sus manos unidas.

Sólo ellos y el mundo
y en el mundo, su anhelo,
el destino en los sueños,
de sus cuerpos amantes.

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