girando su universo, en torno a algún naufragio,
entumecida sombra que busca el infinito,
vértigo de la noche, ausente de si mismo.
Bajo el silencio hallado en áridos desiertos,
presintiendo el abismo que se abre a su paso,
se alejó agonizante de su trágica suerte,
y cayó de su cénit, en busca del mañana.
Desprendió la corteza del árbol milenario,
arrancó las raíces del fondo de la tierra,
desgarrando las ramas aferradas al tronco,
y sólo en ese instante, presintió que era libre.
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