al caer de la tarde
devuelven el recuerdo,
de otra tarde cualquiera.
Primavera de rosas
y grises soledades,
fantasmas ancestrales
de verde enredadera.
Este nudo de voces
que grita en el silencio
ésta vieja fragancia,
con su arrogancia nueva.
Los sueños fueron sueños
y nunca realidades
jamás tuvo el espino,
el tacto de la seda.
Recuerdos de una tarde,
las hojas agitadas
cayeron hasta el suelo,
y ahora yacen muertas.
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