regresas del olvido entre la umbría
ardiendo la tenue melancolía,
que aprieta con feroz mano de hierro.
Viajero de las sombras que camina
entre rutas de espuma y de rocío
para olvidar la niebla y el hastío,
en éste nuevo invierno que germina.
Tanto te di de mi, sin darte nada
tanto me diste tú, sin darte cuenta,
remolino de arena apasionada.
El miedo arrastró a la madrugada
incendio caprichoso que retuerce,
el sueño que nos quema en la mirada.
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