Me asustan estas noches ajustadas
como un cinturón ancho a la cintura,
me asustan los demonios desatados
abriéndose camino hasta la boca.
Me asustan el mundo y las risas requisadas
la gente doblegada y aturdida
ese hombre en el asfalto con las manos
llenas de hambre, dolor y desconsuelo.
Me asustan las estrellas que fueron asignadas
por designios ignotos y arbitrarios.
Me asustan las miradas abatidas
los corazones rotos rodando calle abajo
buscando una salida:
Un bar abierto o un cuchillo afilado.
Lo primero que encuentren
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