domingo, 24 de marzo de 2013

EN PENUMBRA





¿Quién coronó en tus ojos mil aristas de hielo
y apresó en tus pestañas el cieno de la tierra?

¿Quién degolló tu alma y arrasó tu camino?
¿a quién le permitiste triturarte en sus manos?

¿Cuándo tu corazón fue pasto de abandono?
¿quién le llenó de arena los bolsillos al viento?

¿Cuándo empezó a morir, alondra descarriada
la sonrisa sin tiempo, despreocupada y leve?

¿Cuándo empezó una máscara de lodo y desencuentro
a cubrirte de hastío deformándote el rostro?

Ahora rasgas las lunas de un nuevo calendario
ese donde germinan inviernos y amarguras.

Un gemido se ahoga tras la lágrima abierta
que vive en la penumbra de tu vida marchita.

TAL VEZ




Tal vez la infinitud es un instante
apenas perceptible, casi nada
un golpe de latido en cada pecho
un ligero destello en la mirada.

La sorda tempestad entre dos cuerpos
que se van alejando de la playa,
el rastro que se queda tras los besos
la huella de la última palabra.

Avivarse en la llama de otra hoguera
y quemar el crepúsculo del alma;
Tal vez la infinitud es un instante
apenas perceptible, casi nada

sábado, 23 de marzo de 2013

ADÉNTRATE





Adéntrate conmigo en este abismo
pisa con paso firme el precipicio
inúndame de estrellas las pupilas
y bebe la locura de mi boca.

Después aléjate pero no olvides
y llévame prendida entre tu pecho
reinvéntame en mil bocas diferentes
encuéntrame en la blanca madrugada.

Cuando el tiempo transite indiferente
robándonos los sueños de las manos,
tu aún andarás borracho de renuncia
y yo andaré inundada de tu ausencia.


domingo, 10 de marzo de 2013

MUERO EN TI



Renazco  y  muero en ti
y paladeo tu nombre
que se va diluyendo entre los labios,
atraviesa mi lengua y la lacera.

Soy luna en la mañana
y sol a medianoche
volando hasta encontrarte
en los pliegues del alma que te lleva.

Soy espina clavada en el ocaso
fecundada de miedos y de ausencias
sentada en el albor de la memoria
hechizada ante la tumba abierta.

Marea que se esconde entre los ojos
la voz deforme de la noche inquieta,
intrépida enemiga de mi misma
que desnuda la ola y la fragmenta.

El límite es el viento
que cubre tu camino
de polvorientas sombras angulosas,
de pétalos marchitos y hojas secas.

Renazco y muero en ti
a cada paso
sin gritos ni sollozos en la niebla,
tan solo un gusto amargo entre los labios,
que atraviesa la lengua y la quiebra.